Si Cuba –con un pueblo desarmado y los militares convertidos en hombres de negocios mediante empresas esclavistas y fraudulentas–, no se ha liberado del comunismo ha sido porque a Estados Unidos no le ha dado la gana
Cuba se dirige hacia siete décadas de más comunismo (el castrismo lleva ya 64 años en el poder), sin ningún tipo de cambio radical en el horizonte, como no sea el del cambio–fraude que impusieron el régimen de Castro II y el gobierno de Barack Obama, y que ha continuado con el gobierno de Joe Biden.
Si Cuba –con un pueblo desarmado y los militares convertidos en hombres de negocios mediante empresas esclavistas y fraudulentas–, no se ha liberado del comunismo ha sido porque a Estados Unidos no le ha dado la gana.
De hecho, así lo confesó el congresista demócrata cubanoamericano Bob Menéndez tras las manifestaciones pacíficas del 11 y 12 de julio del 2021 y de más de 400 mil firmas en Change.org que clamaron por la intervención norteamericana, afirmó inclusive con tono muy chulesco que ni lo soñáramos, que Estados Unidos jamás intervendría de ninguna forma en Cuba, ni humana ni militarmente.
A Estados Unidos le conviene mejor una Cuba castro-comunista hundida en la miseria que una isla próspera
Intervenir no intervienen, pero permitieron (con la complicidad mundial) 30 años de invasión militar soviética; sólo porque según ellos, a Estados Unidos le conviene más una Cuba castro–comunista hundida en la miseria que una isla próspera que le haga competencia turística a las islas aledañas y a Estados Unidos, algo que previó el financiero de la mafia norteamericana Meyer Lansky hace muchos años, y que fue la razón por la que invirtió en los casinos de La Habana, perdiendo una gran fortuna en cuanto Fidel Castro y sus pandilla llegaron al poder y le quitaron todo como se lo robaron a todo el mundo, para apoderarse ellos de Cuba y hacer de ella su finca personal con once millones de esclavos.
64 años después, y tras la toma del poder por Raúl Castro al suceder en un acto dinástico a lo norcoreano, el que algunos consideraron que sería un reformador, y que lo único que reformó para peor fue la manera de asesinar a los verdaderos opositores: no los mandó a fusilar directamente como hacía su hermano, Castro I, sino que empezó a eliminar a los líderes de la oposición mediante accidentes de tráfico, inyecciones letales (muy a lo Vladímir Polonio Putin), y desapariciones sin que nadie pudiera reclamar nada.
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