Alejo Carpentier, el excepcional escritor cubano padre de “lo real maravilloso” y músico de la palabra

Derechos de autor de la imagen: Getty Images. Alejo Carpentier fue el primer latinoamericano en ser galardonado con el Premio Cervantes en 1977.

“Es algo situado mucho más allá del lenguaje, y que, sin embargo, está muy lejos aún del canto. Algo que ignora la vocalización, pero es ya algo más que palabra”.

Estas son las palabras del protagonista de la novela Los pasos perdidos de Alejo Carpentier, al presenciar el nacimiento de la música en épocas remotas.

La novela, publicada en 1953, narra el viaje de un musicólogo-compositor a través del espacio y el tiempo, con el objeto de recolectar instrumentos musicales “primitivos” en la selva sudamericana.

El nacimiento de la música, y otras escenas musicales en Los pasos perdidos se basan directamente en las ideas que Carpentier había ya expuesto en su ensayo “Los orígenes de la música y la música primitiva”, publicado por primera vez en mi libro Alejo Carpentier and the Musical Text (2015).

Tanto Carpentier en “Los orígenes de la música” como el protagonista de su novela proponen que el habla y la música surgieron simultáneamente.

Ambos textos asimilan y discuten una amplia gama de teorías antropológicas, evolucionistas y musicológicas ejemplificando la interdependencia entre las facetas literarias, críticas y musicales del autor.

Ese músico que Carpentier llevaba dentro

Nacido en Suiza en 1904, de padre francés y madre rusa, Carpentier pasó su infancia en Cuba. Allí estudió piano, teoría musical, armonía y orquestación. Compuso varias obras para piano y orquesta de cámara. Aunque no le daba un gran valor a sus composiciones, es a través de éstas que descubre su vocación literaria.

Así lo recordaba en una entrevista en 1963:

“Me parecieron verdaderamente, o me dieron la impresión de que no eran muy buenas, de que no estaba verdaderamente dotado para ello: eran un poco impresionistas, entre Ravel, Debussy, con algunas durezas adquiridas al leer a Stravinsky, a Milhaud y otros (…). En aquel momento, pues, sentí definitivamente mi vocación literaria y así comencé a escribir.”

Aún así, nunca abandonó del todo la música. A lo largo de su vida, Carpentier escribió una gran cantidad de críticas musicales sobre los más variados temas.

Estas críticas están recogidas principalmente en los volúmenes Ese músico que llevo dentro, Crónicas y Temas de la lira y del bongó.

Su libro La música en Cuba, publicado en México en 1946, es el primer tratado de historia musical de Cuba.

El estilo literario de Carpentier influyó a otros autores latinoamericanos como Gabriel García Márquez.

Gracias a este libro, Carpentier logró ser reconocido internacionalmente. También trabajó en el campo de la producción radial, especialmente en los años de entreguerras.

La música como inspiración literaria

El amplio conocimiento y experiencia de Carpentier en la música se ven plasmados en toda su obra literaria.

Por ejemplo, en El acoso (1956), novela corta que narra la huida y asesinato de un joven en La Habana de los años 1930, Carpentier se propuso alinear el tiempo de la acción con la duración de la Sinfonía Heroica de Beethoven.

Dicha obra musical aparece en la novela en una ejecución en vivo y también en una grabación de gramófono.

En El acoso, Carpentier se propuso alinear el tiempo de la acción con la duración de la Sinfonía Heroica de Beethoven.

Asimismo, en un virtuoso experimento literario, Carpentier intentó construir la novela siguiendo la forma sonata, un molde ampliamente utilizado por compositores desde el siglo XVIII hasta el siglo XX.

Carpentier guió expresamente a sus lectores hacia estos paralelos estructurales en varias entrevistas.

Si bien El acoso es una obra apasionante y muy entretenida, el experimento de imitar la forma sonata se convirtió en una camisa de fuerza: el autor se vio forzado a adaptar el molde musical hasta tal punto que resulta difícilmente reconocible.

Con respecto al paralelo con la duración de la Heroica, la trama principal de El acoso efectivamente se inscribe dentro del marco de la ejecución de la sinfonía en vivo -el joven, escondido en el teatro, es asesinado al terminar los últimos compases.

El creador de “lo real maravilloso”

Entre las obras más conocidas de Carpentier se cuentan El reino de este mundo, Los pasos perdidos, Guerra del tiempo, El recurso del método, Concierto barroco y La consagración de la primavera.

Carpentier se destaca por su noción de “lo real maravilloso americano”, también llamado “realismo mágico”, ejerciendo una influencia decisiva sobre escritores como Gabriel García Márquez, Isabel Allende, Jorge Luis Borges y Julio Cortázar.

Su obra literaria le convirtió en el primer latinoamericano en ser galardonado con el Premio Cervantes en 1977.

En su discurso de aceptación del premio en 1977, homenajeaba a Cervantes y desmentía la llamada crisis de la novela:

“No hay ni habrá crisis de la novela mientras la novela sea novela abierta, novela de muchos, novela de buenas y fuertes variaciones -valga el término musical- sobre los grandes temas de la época, como lo fue en su tiempo la ejemplar novela, a la vez local y universal, de Miguel de Cervantes Saavedra.

Una obra “perdurable y gloriosa”

Carpentier ocupó un puesto diplomática en la embajada cubana en París.

Tras pasar en París el período de entreguerras, y vivir en Venezuela, Carpentier ocupa diversos puestos oficiales, entre otros, diputado a la Asamblea Nacional de Cuba y ministro consejero en la Embajada cubana en París.

Falleció el 24 de abril de 1980 en París, a raíz de un cáncer de garganta. Días después, sus restos viajaron a La Habana a bordo de un avión especial del Gobierno de Cuba. Fueron expuestos en la Plaza de la Revolución y posteriormente enterrados en el Cementerio Colón.

La noticia del deceso de Carpentier produjo una gran conmoción en el mundo literario. Jorge Guillén declaró:

“Me afecta mucho conocer la muerte de Carpentier (…) ha sido un magnífico, insigne prosista, con una riqueza de lenguaje que hay que calificar de verdaderamente extraordinaria”.

Por su parte, Jorge Luis Borges expresó:

“Nuestro deber es pensar menos en la muerte y más en la circunstancia de la obra, que en el caso de Alejo Carpentier es perdurable y gloriosa”.

Katia Chornik es investigadora de la Universidad de Cambridge, Reino Unido.

*Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation y es reproducido aquí bajo licencia Creative Commons. Haz clic aquí para leer el artículo original.

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