LA HABANA (AP) — Mientras Belkis Fajardo, de 69 años, camina por las densas calles del centro de La Habana con una pequeña bolsa de lechuga y cebollas en la mano, se pregunta cómo alimentará a su familia durante las fiestas.
La escasez y la agitación económica no son nada nuevo en Cuba, pero Fajardo es uno de los muchos cubanos que notan que este año es diferente gracias a la inflación vertiginosa y la escasez cada vez mayor.
“Veremos qué podemos juntar para cocinar para fin de año”, dijo Fajardo. “Todo es muy caro… así que compras las cosas poco a poco como puedes. Y si no puedes, no comes”.
Los productos básicos como el pollo, la carne de res, los huevos, la leche, la harina y el papel higiénico son difíciles y muchas veces imposibles de encontrar en las tiendas estatales.
Cuando aparecen, a menudo tienen precios elevados, ya sea en tiendas informales, revendedores o en tiendas caras a las que solo pueden acceder quienes tienen moneda extranjera.
Está muy por fuera del rango del salario estatal cubano promedio, aproximadamente 5.000 pesos al mes, o $29 USD en la tasa de cambio informal más utilizada en la isla. Cerca de allí, una libra de pierna de cerdo se vendía a 450 pesos (alrededor de $2,60).
“No todos pueden comprar cosas, no todos tienen una familia que envía remesas (dinero del exterior)”, dijo Fajardo. “Con el dinero que gana mi hija y mi pensión, tratamos de comprar lo que podemos, pero es dificilísimo”.
En octubre, el gobierno cubano informó que la inflación había aumentado un 40 % durante el último año y tuvo un impacto significativo en el poder adquisitivo de muchos en la isla.
Si bien Fajardo logró comprar verduras, arroz y frijoles, todavía no tiene carne para Navidad o Año Nuevo.
La escasez se encuentra entre una serie de factores que alimentan un descontento más amplio en la isla, que ha dado lugar a protestas en los últimos años, así como a un vuelo migratorio emergente desde Cuba. El viernes, las autoridades estadounidenses informaron que detuvieron a cubanos 34.675 veces a lo largo de la frontera con México en noviembre, un 21% más que las 28.848 veces en octubre.
La insatisfacción se hizo aún más evidente durante las elecciones locales de Cuba el mes pasado, cuando el 31,5% de los votantes elegibles no votaron, muy lejos de la participación de casi el 100% durante la vida de Fidel Castro.
A pesar de ser la tasa de abstención electoral más alta que el país haya visto desde la revolución cubana, el gobierno todavía la saludó como “una victoria”. Sin embargo, en un discurso ante los legisladores cubanos la semana pasada, el presidente Miguel Díaz-Canel reconoció las deficiencias del gobierno para manejar la compleja combinación de crisis del país, en particular la escasez de alimentos.
“Siento una enorme insatisfacción por no haber podido lograr, a través del liderazgo del país, los resultados que el pueblo cubano necesita para alcanzar la ansiada y esperada prosperidad”, dijo.
La admisión provocó una ovación de pie en la asamblea del Congreso, integrada únicamente por políticos del partido comunista de Díaz-Canel.
Pero Ricardo Torres, un cubano y becario de economía de la American University en Washington, dijo que veía las palabras como “sin sentido” sin un plan real para abordar el descontento.
“La gente quiere respuestas de su gobierno”, dijo. “No palabras, respuestas”.
Durante años, la nación caribeña ha echado gran parte de la culpa de su crisis económica en el embargo comercial de seis décadas de Estados Unidos contra Cuba, que ha estrangulado gran parte de la economía de la isla. Sin embargo, muchos observadores, incluido Torres, enfatizan que la mala gestión de la economía por parte del gobierno y la renuencia a abrazar al sector privado también son culpables.
El viernes, una larga fila de cubanos esperaba afuera de una carnicería estatal vacía, esperando un artículo codiciado: una pierna de cerdo para alimentar a sus familias en la víspera de Año Nuevo.
Alrededor de una docena de personas a las que The Associated Press pidió una entrevista dijeron que tenían miedo de hablar, incluida una que dijo que “podría tener consecuencias para nosotros”.
Estrella, de 67 años, se ha presentado al carnicero estatal todas las mañanas durante más de dos semanas, esperando su turno para comprar carne de cerdo para compartir con sus hijos, nietos y hermanos. Hasta ahora, se ha quedado seca.
Aunque la carne de cerdo está disponible para comprar en carnicerías privadas, a menudo es mucho más cara que en las instalaciones estatales, que subsidian los precios.
Así que espera, con la esperanza de poder cocinar el plato festivo tradicional de Cuba.
“Si tenemos suerte, podremos comprarlo hoy”, dijo. “Si no lo estamos, volveremos mañana”.
Be the first to comment